Querido soldado:
No sé cuál es tu nombre. No sé tu edad. No sé dónde vives. No sé nada de ti. Pero lo que sí sé es tu misión: proteger a este país hasta tu último aliento.
De pequeña solía pensar que los soldados que aparecían desfilando en la televisión eran como los héroes de mis libros. Valientes hombres y mujeres que luchaban protegiendo al mundo de los malos.
Conforme pasaban los años, esa imagen de héroes que se había formado en mi cabeza no cambio. Al contrario, se hizo más fuerte observando las labores que se hacían en todo el mundo. Un soldado se rige por la fuerza de su voluntad para enfrentarse a cualquier peligro que se ponga delante de él, pues la grandeza de un hombre no se mide por el dinero que posee, sino por la humildad que hay en su corazón.